miércoles, abril 23, 2008

El legado del Rey Loco





El último rey de Baviera, antes que Alemania sea unificada, era melancólico, solitario y depresivo. El único legado de Luis II, conocido como el Rey Loco, son tres castillos al estilo de los cuentos de hadas. De hecho, el castillo de La bella durmiente de Walt Disney fue inspirado en Neuschwanstein (1869-1886), un castillo medieval con motivos wagnerianos y elementos orientales. El monarca concibió la idea de un minifestival wagneriano en un escenario que comprendía el teatro entero. Durante su reinado, Luis II ofreció una ayuda sin límites a Richard Wagner (acusado de anarquismo e impregnado de deudas).
Otra de las obras arquitectónicas del rey, que había hecho instalar en su habitación un montacargas de oro para que se pudiera servir la comida a distancia, es Herrenchiemsee (1878-1885). Se eleva cerca del lago Chimesee como una copia casi exacta del palacio de Versalles (faltan los pabellones laterales) que intenta emular una monarquía absoluta en una época en que su reino estaba en manos del cancillería Bismarck.
El tercer castillo del primo de Sissi es Linderhof (1874-1878), en donde construyó la Cueva de Venus, una gruta artificial climatizada en 20ª C y alumbrada con efectos de luz. El rey era paseado en barca mientras una orquesta le tocaba.


Fuente: Clio, revista de historia, número 41.

martes, abril 22, 2008

Personas y personajes

Leía el segundo párrafo de un cuento de Leonora Carrington cuando el hombre sentado a mi lado, en el Copsa, me pregunta por mi lectura y, como justificándose de la interrupción, agrega: “es que yo soy escritor”. Antes de que volviera a mi lectura, comenta: “Prefiero escribir novelas antes que cuentos. En los cuentos los personajes no llegan a cobrar vida, sólo se muestra un fragmento de ellos.” Como ejemplo de una novela habló de Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, y del cuento relató, como una anécdota, uno de su autoría. Durante las dos horas del viaje, él habló y yo oía.

Entre los pies, en una bolsa de supermercado, tenía la primera parte de una novela sobre pescadores. Vivió cuatro meses con pescadores para conocer sus silencios, los sobrenombres, el lenguaje, las supersticiones y las juergas. En Maldonado va a escribir la segunda parte. Sabía, sin preguntar, sus cuentistas y novelistas preferidos, sabía sobre la novela que escribía y, al pasar, llegando a Maldonado, supe su nombre: Luis Fernández.

Bajé antes que él, y cuando me daban las valijas, se bajó del ómnibus y me dictó su número. El tipo, con un aro celeste que le bordeaba el iris, no sabe nada de nada de mí, y yo, lo que sé de él es lo que me contó en esas dos horas de viaje.

Ladra, pero no muerde

“¿Es neblina o humo nomás?”, lanza el conductor del D10 a los pasajeros. “Es humo, humo de Argentina”, responde uno desde los primeros asientos. Una mujer con voz grave, sentada más atrás, añade: “Hay que demandarlos” y el de los primeros asientos especifica: “Para el lado de Pocitos está pior.” La mujer agrega: “Ellos dicen que nosotros contaminamos con las papeleras, pero ellos son los que nos largan humo” y el conductor cierra: “La verdad es que nuestros hermanos son bastante sucios.” El minibús avanza despacio y silencioso entre el humo como un perro obediente.

viernes, abril 18, 2008

Buendía, buenastardes, buenasnoches

Cada día, tres personas distintas me saludan al salir o llegar al edificio. En la mañana, Walter saluda sin tutearme; con Álvaro, a la tarde, hablamos de fútbol, razón por la que presto atención -suficiente-a la sección de fútbol en los informativos. Los fines de semana se oye, en la entrada del edificio, el relato de los partidos de fútbol, y le doy la parte de deportes del periódico. Criticamos los resultados, siempre y cuando no haya otro de su mismo sexo, entonces, me saluda con un: “ buenas tardes”. En la noche, la expresión de Wilson hace pensar que tiene algo maloliente bajo la nariz. Contrae los músculos del rostro mientras gesticula medidamente en respuesta a mi “buenas noches”. Su presencia, desde la puerta del apartamento hasta las rejas de la entrada, huele a desinfectante floral.

miércoles, abril 16, 2008

Mescolanza hablante


En Uruguay, al hablar, es frecuente cruzar el tuteo y el voceo: se tutea en el pronombre y se vocea en el verbo. El tuteo actúa como intermedio entre el trato formal -de usted- y el familiar del voceo. En mi casa sólo existe una posibilidad: el tuteo. No hay alternativa. Una vez leí que el tuteo de la zona este, comprendida Maldonado y Rocha, se le llama variedad utra serrana, en ese momento me causó gracia. Ahora, cuando quiero escribir diálogos entre personajes uruguayos, me surge la incógnita si hacerlos tuteantes o voceantes. Me surgen tuteantes, pero si provienen del resto del Uruguay, si no son de la zona este, deberían ser voceantes. Y eso que el Uruguay tiene 176.220mts2.

martes, abril 15, 2008

Adams Enanus

En la mañana sonaron canciones de Bryan Adams que fueron entonadas por la enana. Ahora debe de estar sentada en su butaca, a la espera de que Brayan entone sus propias canciones. Espero que el show valga lo que me costó la entrada.