sábado, marzo 17, 2007
Personaje andante, andante personaje, cantante anda y anda cantante
Llego tarde. Paro al 121. Abren las puertas y escucho a un barítono gastado cantar: Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez. Busco instintivamente la fuente de la música y encuentro la mirada de un setentón, casi sin dientes, que canta con los brazos abiertos en el fondo del ómnibus y, sin poder evitarlo, me sonrojo. Los rayos del Sol se cuelan entre los nubarrones. Molto piccere, me dice el cantante mientras se despide con el gorro, y sin poder evitarlo, le sonrío. Siento la respiración de la anciana sentada a mi lado, en el asiento de maternidad, que acerca tanto su mirada que veo en primerísimo primer plano los surcos de sus arrugas. Se cierran las puertas como los toldos del teatro y el barítono desaparece con su gabardina y maleta en perfecto estado, y en mi mente resuena Bésame, bésame mucho...
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