De las paredes cuelgan láminas de paisajes montañosos de Japón y bolas fruncidas de papel escarlata. La dueña, uruguaya, mientras pone los individuales y sirve la bebida, me cuenta de que se casó con un japonés. El martes abrió el restaurante.
El tipo que me entregó el folleto se apoya en la barra junto con un japonés. “Es cuestión de marketing: me acerco con una sonrisa, le entrego el folleto amablemente y le señalo el local. Es marketing, marketing”, le explica como un catedrático al de los ojos rasgados.
Entre fotos de funerales con comidas, fotos de avenidas luminosas, fotos de ceremonias con kimonos termino la ensalada y retomo a la actividad fotográfica.
Fui a hacer un trámite en Ciudad Vieja, por casualidad tenía la cámara y empecé a sacar fotos. Estuve de aquí para allá de la mañana hasta que no había sol.
P.D.: La imagen es la que estaba sacando cuando oí la voz el viernes-
P.D.: La imagen es la que estaba sacando cuando oí la voz el viernes-
2 comentarios:
Qué entrada...
¡Muchas gracias!
De nada, aunque no entienda por qué.-
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