La madre le pregunta sobre el campamento. El hijo quiere saber qué es una rifa. La explicación de la rifa abstrajo por unos segundos al niño que desmigaja un alfajor. “¿Dónde te pusieron las rifas?” Las manos de la mujer buscan en el interior de la mochila. ”Vamos a terminar comprándolas, aunque tu padre diga que las va a vender.” “¡Mira mamá!”, los ojos desorbitados del niño señalan el vidrio empañado del refrigerador de bebidas Salus. “¡Vapor!” La madre habla de las nubes, de la evaporación. El niño frunce el ceño y retoma a su nube ensimismada donde despedaza el alfajor. Entonces ocurre lo inesperado: el nene se tira un pedo.
Me clava los ojos abiertísimos.
Ruborizado, con los dedos pegoteados de migas y dulce de leche, recto y sin hacer ruido, sale de la cafetería.
Río, cómplice con la madre que agarra la mochila y lo va a buscar a la puerta de la cafetería.
lunes, octubre 08, 2007
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4 comentarios:
¡Pobrecito! Qué momento.
Sí, ja, el sonoro ruido lo hizo despertar del letargo, con mucha vergüenza. Tendrías que haber visto los ojos que puso como platos.
¡Ay!, que me dan ganas de hacer chiste facilón...
De chica, Ame, mi hermana menor, era medio pedofila (aclaro, aclaro, para nosotras significa: amante de los pedos). Era muy fácil hacerla reír, sólo tenía que mencionar pedo. Muy fácil. Le contaba historias en la que la mayoría de los personajes iban por la vida tirándose pedos y ya, la risa asegurada.
Ahora ya no me sirve ese truquito, aunque conozco otros de sus puntos risueños.
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