viernes, noviembre 09, 2007
2/ nov.
Sabía lo que pensaba con sólo mirarla; conocía la cicatriz de sus debilidades y las arrugas alrededor de los labios de sus felicidades. Sabía las respuestas, y hasta el ritual que tenía para ponerse los dientes ajenos; conocía los matices de sus risas y los ritmos de sus ronquidos. Sabía, conocía porque eran uno. Tres años pasaron desde que duerme sin soñar completo. Sólo le quedó impregnado su olor en la piel encogida y su recuerdo en la vista nublada. E y L.
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