El último rey de Baviera, antes que Alemania sea unificada, era melancólico, solitario y depresivo. El único legado de Luis II, conocido como el Rey Loco, son tres castillos al estilo de los cuentos de hadas. De hecho, el castillo de La bella durmiente de Walt Disney fue inspirado en Neuschwanstein (1869-1886), un castillo medieval con motivos wagnerianos y elementos orientales. El monarca concibió la idea de un minifestival wagneriano en un escenario que comprendía el teatro entero. Durante su reinado, Luis II ofreció una ayuda sin límites a Richard Wagner (acusado de anarquismo e impregnado de deudas).
Otra de las obras arquitectónicas del rey, que había hecho instalar en su habitación un montacargas de oro para que se pudiera servir la comida a distancia, es Herrenchiemsee (1878-1885). Se eleva cerca del lago Chimesee como una copia casi exacta del palacio de Versalles (faltan los pabellones laterales) que intenta emular una monarquía absoluta en una época en que su reino estaba en manos del cancillería Bismarck.
El tercer castillo del primo de Sissi es Linderhof (1874-1878), en donde construyó la Cueva de Venus, una gruta artificial climatizada en 20ª C y alumbrada con efectos de luz. El rey era paseado en barca mientras una orquesta le tocaba.
Fuente: Clio, revista de historia, número 41.