Leía el segundo párrafo de un cuento de Leonora Carrington cuando el hombre sentado a mi lado, en el Copsa, me pregunta por mi lectura y, como justificándose de la interrupción, agrega: “es que yo soy escritor”. Antes de que volviera a mi lectura, comenta: “Prefiero escribir novelas antes que cuentos. En los cuentos los personajes no llegan a cobrar vida, sólo se muestra un fragmento de ellos.” Como ejemplo de una novela habló de Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, y del cuento relató, como una anécdota, uno de su autoría. Durante las dos horas del viaje, él habló y yo oía.
Entre los pies, en una bolsa de supermercado, tenía la primera parte de una novela sobre pescadores. Vivió cuatro meses con pescadores para conocer sus silencios, los sobrenombres, el lenguaje, las supersticiones y las juergas. En Maldonado va a escribir la segunda parte. Sabía, sin preguntar, sus cuentistas y novelistas preferidos, sabía sobre la novela que escribía y, al pasar, llegando a Maldonado, supe su nombre: Luis Fernández.
Bajé antes que él, y cuando me daban las valijas, se bajó del ómnibus y me dictó su número. El tipo, con un aro celeste que le bordeaba el iris, no sabe nada de nada de mí, y yo, lo que sé de él es lo que me contó en esas dos horas de viaje.
martes, abril 22, 2008
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2 comentarios:
Unos cuentan otros escuchan. Un buen reparto.
Un buen encare, diría.
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