Sábado 4 de octubre: Día del Patrimonio y noche de la fiesta de graduación.
La ventaja del fin de semana del patrimonio es que abren para el público general, lugares que se mantienen cerrados el resto del año. Esta vez elegí tres residencias de embajadores. Primero visité el primer piso y los jardines del embajador de Inglaterra, en Parque Batlle. Sobrio y prolijo define el salón de recepción, el comedor con la mesa preparada para un banquete y el living que da al jardín.
Una mujer con lentes negros, parada junto a mí, me recomendó que visitara la Embajada de Rusia. Con la advertencia de que cerraba a las 14horas, sin vueltas, me dirigí allí. La monumental residencia en Bulevar España, escondida por arbustos, permitió apreciar la totalidad de la fachada neoclásica y la decoración interior de los salones de planta baja. Detalles suntuosos, hasta algo grotescos, adornan las habitaciones de recepción: arcos tallados, paredes y techos pintados con temas de la mitología antigua, vitrales coronados con una inmensa araña de cristal, chimenea, escalinata y “dressoir” de mármol, madera oscura de la “guaserí”; eso sí, son so- ber- bios la mayoría de los cuadros.
La última residencia que visité fue la brasilera en Bulevar Artigas. El palacio de Pietracaprina con las palmeras en la entrada, y la decoración de los salones, con colores claros e iluminados, me pareció un edificio elegante y confortable. Descubrí un nuevo pintor brasilero: Claudio Valerio Teixeira, y una paleta más clara de José Cúneo. Ahora, habrá que esperar hasta el año que viene para conocer otros sitios privados, extranjeros o estatales de este país.
Imagen1: Jardín de la residencia de Gran Bretaña.
Imagen2,3 y 4: Salones de la residencia de Rusia.
Imagen5: Pintura de Claudio Valerio Teixeira en la residencia de Brasil.
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