“Al ser testigo del coraje del Sr. Ayres, de su humanidad, de su fe en el poder de su arte, aprendí la dignidad de ser leal a algo en lo que crees. De aferrarse a eso sobre todo lo demás. De creer, sin dudas, que te llevará al hogar”.
Sr. López escribe sobre su amigo, un violonchelista esquizofrénico.
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