Luego de estar sumergida entre varios estantes revestidos en madera y subida a escaleras de madera para llegar a los estantes del siguiente piso donde hay ventanales panorámicos con marcos de madera, entro a un cuartucho en un subsuelo, donde los estantes escupen libros. El olor de la humedad de las hojas amarillas invade los sentidos desde que se pasa la puerta que tiene colgada una hoja de computadora: Departamento de Historia Médica.
Miradas severas vigilan desde cuadros desproporcionados, mientras reviso los estantes. Una voz dulce, perdida entre montañas de libros, me menciona un libro. Para alcanzármelo necesita andadores. En ese cuartucho sucuchado y perdido en las profundidades de de la facultad con una ventana tapada por la rueda de una bicicleta, encuentro el libro que me salva el reportaje. Lo leo, paso una página y otra, y pasan los minutos y, ansiosa, espero a que se prenda la computadora.
miércoles, noviembre 21, 2007
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2 comentarios:
Danos una pista, qué cuenta, qué cuenta ese libro...
Nada muy estimulante, vivencias de tuberculosos a principios del siglo XX, pero es la que más me gustó como quedó. Beso.
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