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Recuerdos de impotencia
Un niño, que llega hasta los dos primeros estantes del mostrador, toca extasiado los juguetes. Las manitos sucias acarician las orejas de un peluche y presionan los botones de un juego; él indiferente a las miradas de los que lo rodean. El guardia de seguridad lo echa de la juguetería, y el niño vuelve a entrar derechito a los juguetes. El guardia, de unos veinte años, con las manos esqueléticas saca al niño, que luego de un minuto vuelve a entrar. Yo, parada en la fila para pagar, miro tonta e inútil; no hago nada. Hay imágenes que no se olvidan.
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