Cada vez que me dispongo a leer El País, mis ojos se desvían hacia el rinconcito de la esquina inferior. Sí, leo Mafalda. En la de hoy, manifiesta su desprecio por su enemigo número uno: la sopa. No comprende por qué la sopa no está definida en el diccionario como algo asqueroso e inmundo. ¿Qué hace?, tira el diccionario. Capa total. Aunque hay que decir que la sopa restaura el alma en estos días gélidos, en especial por las noches.
miércoles, mayo 23, 2007
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