Hay dos tipos de personas que desprecio:
-Los que tiran sus desperdicios en cualquier lugar público que no sea su espacio privado.
-Los egoístas empedernidos.
Los primeros pertenecen a la misma lacra que los segundos. “Eh, mugriento, levanta el envoltorio que tiraste”, me contengo. “Se te calló el envoltorio”, termino avisando, fuerte, para que todo el que pase cerca se entere y, tal vez, sienta cierta vergüenza.
Los egoístas empedernidos, con su mentalidad limitada y distorsionada, piensan que toda intensión nace del beneficio de obtener algo. Piensan y actúan pisoteando a cualquiera que tengan al lado para llegar primero. El ser humano conlleva ciertos grados de egoísmo, por eso, es utópico pensar, en el otro extremo, que puedan existir comunas hippies o comunistas. Aunque en el afecto es distinto, nadie es propiedad de nadie, uno elige voluntariamente pertenecer a otra persona. Por eso, discusión eterna que tengo con una amiga que adoro, engañar a esa persona sería despreciarse a uno mismo. Pero, volvamos a las basuras que revolcaré en su propia podredumbre si vuelvo siquiera a oler su putrefacción cerca de alguien que quiero.
P.d.: ¿Dónde están las bolsas naranjas? Compré un basurero para los residuos reciclables, pero ni él, ni los basureros de los escritorios tienen bolsas naranjas. Las dos últimas veces que fui al supermercado, pedí y no tenían.
miércoles, setiembre 12, 2007
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1 comentario:
Insiste en el supermercado. A mi me pasó lo mismo, pero la siguiente vez que fuí, había nuevamente bolsas naranjas.
Una buena noticia, ¡al menos somos 3 reciclando en Mdeo!
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