Ésta es una mis construcciones preferidas. Comulga con el entorno sutil y naturalmente. Perdida entre los arbustos, las rocas y el rumor de la cascada, sorprende a quien la descubre por suspenderse encima del arroyo con prominentes voladizos y terrazas. Las dos plantas horizontales se iluminan a través de ventanales que eliminan la separación entre las habitaciones y las terrazas. Tal es la armonía con el entorno que, en la cara norte de la casa, la opuesta a la que “vuela” sobre el arroyo, hay una serie de pérgolas. A este sitio se le conoce como el “bosque de la casa”. Dos pérgolas describen un arco que esquiva el tronco de dos árboles. Las sombras que proyectan las pérgolas se asemejan a las de los troncos, efecto que hace que la sombra de la casa se difumine en las de los árboles.
Esta joyita arquitectónica corresponde a Frank Lloyd Wright, quien recibe el encargo de hacer esta obra en 1935 por Edgar Kaufmann, director de una gran empresa comercial de Pittsburg. Está situada en Bear Run, Pensilvania, Estados Unidos.
2 comentarios:
Pelín húmeda, me temo. Imagínatela en otoño e invierno.
La humedad debe ser lo único constante en la casa. Aún así, húmeda y todo, es atractiva, y una de las mejores de su época. Sobresale dentro de la cantidad de construcciones modernosas, tan geométricas y depuradas como cárceles de hormigón armado. Lo peor son los temporales de la zona que hacen temblar los cimientos.
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