Un niño, que llega hasta los dos primeros estantes del mostrador, toca extasiado los juguetes. Las manitos sucias acarician las orejas de un peluche y presionan los botones de un juego; él indiferente a las miradas de los que lo rodean. El guardia de seguridad lo echa de la juguetería, y el niño vuelve a entrar derechito a los juguetes. El guardia, de unos veinte años, con las manos esqueléticas saca al niño, que luego de un minuto vuelve a entrar. Yo, parada en la fila para pagar, miro tonta e inútil; no hago nada. Hay imágenes que no se olvidan.
miércoles, junio 11, 2008
Recuerdos de impotencia
Un niño, que llega hasta los dos primeros estantes del mostrador, toca extasiado los juguetes. Las manitos sucias acarician las orejas de un peluche y presionan los botones de un juego; él indiferente a las miradas de los que lo rodean. El guardia de seguridad lo echa de la juguetería, y el niño vuelve a entrar derechito a los juguetes. El guardia, de unos veinte años, con las manos esqueléticas saca al niño, que luego de un minuto vuelve a entrar. Yo, parada en la fila para pagar, miro tonta e inútil; no hago nada. Hay imágenes que no se olvidan.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario