Ayer JP me dijo que el sentido que tiene más memoria es el olfato, y yo le creo. Hoy llueve, y el olor me transporta al asfalto mojado de una de las calles de Londres...Lugares, personas asociadas con olores.
Hoy hurgué entre repartidos y trabajos de Antropología y dos cosas me hicieron reír: una, pensar en los filósofos como psicólogos y concebir sus textos como libros de autoayuda, y dos, leer en una de mis entregas, una especie de “receta de la felicidad” a través de citas de encumbrados:
Caparrós sostiene que el Nuevo Periodismo (que surgió en los años sesenta en Estados Unidos, y que proponía construir relatos en los que confluyera la investigación con los recursos de ficción), “se anquilosó”:
Hay actitudes que no se entienden, y tal vez nunca tendré la suficiente capacidad para comprender a determinados actores políticos del país. Sólo para dar algunas muestras de mi escasa comprensión de acciones gubernamentales, mencionaré dos casos de estas semanas: la Ministra de Educación y Cultura, que con sus tantos años prefiere un depósito de contenedores antes que restaurar la Estación General Artigas y las vías del ferrocarril. A saber ministra: aumenta la contaminación visual y se pierde un importante comercio cultural. Debería conocer, si puede salir de sus parámetros lucrativos, que las manifestaciones culturales atraen al turismo, enriquecen a las personas y les dan una identidad a la comunidad.
Mientras leía el relato de la muerte del capo del cártel de Juárez en el libro Con la muerte en el bolsillo, escrito por los periodistas María Gómez y Darío Fritz, me percaté de lo rápido que pasan los años. Me sorprendí de que el narcotraficante haya muerto en 1997, ya hace ¡once años! No me perturbó la muerte del mafioso, sino lo lejano de los once años y lo cercano que parecen. 
