miércoles, octubre 25, 2006

Aparente tranquilidad


















Leer en el jardín puede convertirse en un desafío mortal. El ataque de los moscones del tamaño de los mangangas con ese sonido de helicóptero, distraen la lectura. Aunque los moscones asesinos planeen cerca, cada vez más cerca, no voy a cambiarme de lugar, yo llegué primero. ¿Donde están los derechos de los que marcan primero el territorio? Esto del pos modernismo corrompe hasta en lo primario. ¿Se puede caer más bajo?
Absorta en el relato del fusilamiento del zar Nicolás I y su familia, descubro una araña del tamaño de un botón, caminando por mi brazo izquierdo. Soplo a la intrusa como un gigante ante una pluma, pero la desgraciada vuelve a caminar por mi brazo que tiene los pelos erizados. Una rusa cuenta En Siberia que la religión ortodoxa santificó a los miembros de la realeza fusilados. Tiro la araña al pasto. A contraluz encuentro un hilo de telaraña, lo desarmo con la mano y con un ojo en la lectura y otro en mi brazo, vuelvo a pescar a la descarada caminando por el posabrazo de la silla. Para no fallar esta vez, la llevo a otra punta del jardín con una ramita. En Siberia una viejita busca trasmitir lo positivo de los campos de concertación o cárceles infrahumanas donde ella realizaba trabajos forzosos. A punto de largar un lagrimón cuando la siberiana se quiebra al revivir esos momentos para un periodista entrometido, Josefina lloriquea. Josefina, cachorra de un mes, rasca con su patita las patas de la silla y me mira como si la estuvieran por degollar. Me rindo. Dejo el libro y la subo a mi falda. La acaricio mientras me lame el brazo. Cuando se cansa de lamerme, trata de llegar a la capelina. Logro tranquilizarla. Agarro el libro con la intención de continuar la lectura, pero Josefina desconcertada, ladra al libro que tapa mi cara. Trata de tocarlo con la patita, no puede, vuelve a ladrar. Entonces, optó por jugar con ella en el pasto.
Luego de un rato vuelvo a la lectura. Josefina duerme debajo de la silla. Ahora sí, retoma la primacía a la especie dominante y la tranquilidad ficticia de la naturaleza. Dos hormigas suben por la silla. Me voy al balcón.


Advertencia: Es altamente perjudicial leer debajo de un árbol. No importa el calor, busque otro lugar con sombra.

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