lunes, abril 16, 2007

Sábado de tormenta


Hay un momento en el que el cuerpo dice BASTA: todo da vueltas, las piernas flaquean, la boca parece despedir fuego, la cabeza estalla, la nariz moquea, un zumbido taladra los oídos, tragar se hace imposible. Tecleo y me sudan las manos. Al lado, la cama con las huellas de una noche inacabable. ¡¿Qué dijiste?! Y aquí vamos otra vez, ¿son sordos o qué?, encima que cuesta, tengo que subir el tono de la voz y esforzarme como si gritara. Se me nubla la vista y la pantalla se duplica. El exterior se percibe desde otra perspectiva, como una película de la que no puedo participar. Duermo, tomo agua, leo, duermo, tomo agua, escucho música, duermo, tomo agua, leo y vuelvo a dormir y a tomar agua. Me voy a la cama, me explota la cabeza.
(ESCRITO EL SÁBADO, hoy hasta puedo hablar, tragar y caminar)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tranquilidad ante todo. Salir a correr a las dos de la mañana te puede ayudar. Me da resultados.

eresfea dijo...

En esos casos yo hago como que hablo, muevo la boca con mucha convicción y dejo que salgan ruidos. La gente me pregunta (qué dijiste) y sigo con mi mímica y carraspeo, y hago esos ruiditos guturales para despejar la gargante. La gente no oye bien, pero te da la razón si miras con convicción y sueltas una o dos palabras: corazón, dolor, muslo, golondrina, pimienta, berenjena, patinadora...

El otro yo dijo...

Golondrina, patinadora, duele...me gusta, lo voy a probar, pero voy a tener que esperar hasta el próximo año porque si mi estadística no me falla, sólo me enfermo una vez al año. Aunque la gripe todavía se resiste a abandonar mi cuerpo.

Anonetoy (noestoy, neto, otro nombre con el que me gusta jugar) he comprobado tu teoría, pero en verano.