domingo, mayo 31, 2009

Aislados a la fuerza

Rodrigo nació sordo. En el primer año sus padres se percataron de que emitía pocos sonidos. Confundidos, tiraban cacerolas al piso y producían toda clase de golpes sin que el bebé los advirtiera. A veces Rodrigo se daba vuelta. Percibía las vibraciones. Recién confirmaron su grado de sordera al año y siete meses. Durante unas vacaciones en Santa Lucía del Este, Roberto, el padre, fue a buscar los resultados de un audiograma y de un problema en la cadera del hijo. Entró por una puerta y le dijeron que debían operar con anestesia general la cadera, por una displasia, que le valió cinco meses con yeso en la cama. Entró por la otra puerta y le confirmaron que Rodrigo era sordo profundo. Aturdido, se subió al auto y llegó a Santa Lucía del Este sin saber si iba por avenida Italia o por la rambla.
"A partir de ahí teníamos dos opciones: rasgarnos las vestiduras y lamentarnos o investigar de qué trata la sordera". Roberto evoca ese momento, sentado en el living de su casa, con un cigarro en la mano, a punto de encender.

Continúa enhttp://www.elpais.com.uy/Suple/QuePasa/09/05/30/quepasa_419907.asp

1 comentario:

eresfea dijo...

ttttt,tttt
Gracias, Mariana.