viernes, mayo 08, 2009

Regreso del otro ella


Volví.
No prometo actualizaciones diarias, ni siquiera semanales, sólo la intención de revivir este espacio que no he podido abandonar, tal vez por los años que lleva conmigo.
Volví.
Del viaje por Bolivia, Perú y por el norte de Argentina; recorrí unos cuantos pueblitos de Jujuy, Salta y Tucumán. Tuve que regresar cuando mis recursos económicos se agotaron. Llegué a Montevideo con 500 pesos, contenta de haberme empobrecido.
Volví.
Una de las razones por las que decidí retomar elotrokyo fue por Onetti. Hace bastante que no leía a los autores encumbrados y encasillados en el Boom Latinoamericano. Ahora disfruto como una niña con juguete nuevo con autores vivitos, que en este preciso momento escriben y escriben para deleite nuestro, pero ese será
tal vez, motivo de otra entrada. Hoy voy a referirme a ese ermitaño autor uruguayo que reapareció para mí en una de las mesas de la feria Tristán Narvaja. Allí encontré una recopilación de reflexiones de Onetti que habían sido publicadas en distintos medios. Agarré el libro -titulado Confesiones de un lector y editado por Alfaguara-, lo abrí en cualquier parte y leí la columna “Reflexiones de un discípulo”:

“En estos días, todo el mundo conoce, para olvidarlo muy pronto, tal vez por difícil, tal vez porque nunca hizo un gol en el campo de fútbol, a Alepoudiolis, Elytis.
Conocen el nombre y basta. Nunca lo leyeron ni lo leerán. Cuando esto se publique será universal el olvido el nombre extraño: Odyseus Elytis O Alepoudiolis. Está bien, esto le pasa por escribir poemas en lugar de hacer el Travolta o redactar crónicas deportivas. También es castigado con 20.000 por su tarea o por su entretenimiento o ese agarrarse con tozudez a la única tabla a flote que podía ser su diversión o si manera de salvar el alma en la marea creciente y sucia del mundo que nos rodea.”

Lo compré, sólo por esos dos párrafos que ni tan brillantes ni tan poéticos, me motivaron a volver a escribir aquí.
Foto: Camino a San Isidro, en Jujuy. Un pueblo encantador del norte de Argentina que no tiene carretera, se llega a pie por el río y por la montaña.

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