lunes, agosto 27, 2007

Historias de aeropuerto

Llega media hora antes. Derecho, se dirige a la pantalla con los horarios de los vuelos, y comprueba que todavía no llegó. Mira dubitativa y con pasos ágiles se sienta en el único asiento libre al lado de la puerta del aeropuerto. De la cartera saca un pequeño espejo con el que se controla la línea negra que bordea los ojos transparentes y las finas pestañas pastosas. Se polvorea su rostro pálido y redondo para darle más brillo. Cruza las piernas y se distrae con un hombre que corretea a una niña con los brazos extendidos y largando alaridos como un digno monstruo de dibujos animados. Al lado de la barra de arribos, dos hombres corpulentos y una mujer petisa conversan entusiasmados, mientras otros prefirieron esperar sentados en la cafetería. Con los dedos finos y pálidos se peina el cabello rubio y se pone brillo en los labios. Guarda el espejo y el brillo. Tamborilea en la cartera con sus dedos. Se arregla el dobladillo del jean enganchado con el cierre de una de las botas. “Estás linda, ¿a quién esperas?”, le pregunta una anciana curiosa sentada a su lado. “Nosotras, esperamos a nuestra hermana que viene de visitar a su hija en California.” La otra mujer canosa, junto de la conversadora, asiente con la cabeza. La joven, retirando para atrás su cabello rubio, le sonríe y les dice que espera a su novio. “Ah, con razón, con razón, pero está muy bonita”, le palmea la pierna. “¿A dónde se fue?, quiso saber la anciana.“¿A dónde fue?”, repite extrañada la joven. “Ah, no, no vine de Brasil, es de ahí. Lo conocí en un Chat”. “En Internet" pregunta vivaz y sorprendida la curiosa anciana. “Sí, hace cuatro meses”. La anciana le habla de como había cambiado el mundo, pero ella ya no la escucha, están anunciando el arribo del vuelo. Llegan más y más personas. Se paro. Su corazón le empieza a latir con tanta rapidez que parece que le va a salir del pecho como a un dibujo animado. Se ríe, feliz, de la idea. Por fin, tocaría a la persona con la que había compartido tanto tiempo y a la vez ninguno. En el mismo vuelo llega el novio de otra mujer que espera al lado de la barra. También se conocieron en Internet, pero ellos, hace más tiempo, seis meses, medio año y con varias llamadas telefónicas de por medio. Él, ecuatoriano que vive desde pequeño en EE.UU. y ella de Pocitos, Montevideo, Uruguay.

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