sábado, mayo 22, 2010

La apropiación ciudadana del patrimonio


Observadores poco despiertos podrían opinar que la Fortaleza de Santa Teresa en Rocha, la Iglesia del Cerrito de la Victoria en Montevideo y la Calera de las Huérfanas en Colonia, por ejemplo, no deberían despertar interés en los visitantes europeos que provienen de zonas patrimoniales con más antigüedad y con mayor “riqueza estética”.

Primero hay que responder que estos edificios patrimoniales reflejan una identidad cultural tangible, insertos en sus paisajes culturales, que mantiene la cohesión de la comunidad. Es decir, este patrimonio arquitectónico tiene (o debería tener) interés cultural porque representa a una época, con determinadas características estéticas, que refleja los fenómenos culturales desarrollados, y que contribuye en la formación de la identidad de la comunidad, en una reafirmación del pasado en el presente.

Segundo, la “riqueza estética” depende del canon estético imperante en la época del observador, así las directrices arquitectónicas de Le Corbusier no formaron parte de los gustos estéticos de los arquitectos de Luis XIV de Francia.

La preservación del patrimonio urbano, en este mundo globalizado, se convierte en una necesidad imperiosa ya que mantiene viva la memoria del pasado propio que lo diferencia con el resto de las comunidades y que permite, a su vez, entender cómo se está construyendo el presente de la comunidad. El patrimonio arquitectónico urbano da testimonio de las generaciones y de las culturas que fueron moldeando la identidad, a la vez que refleja su conciencia como comunidad. La preservación del patrimonio es por tanto, causa y efecto de una mayor conciencia de los valores culturales.

El patrimonio urbano, en su aspecto integral, debería convertirse en un “museo vivo” para que la comunidad no sólo tome conciencia de su existencia el Día del Patrimonio, sino para que pueda “apropiara” de dicho patrimonio urbano. De esta manera, en el proceso de preservación de la arquitectura patrimonial, en su aspecto integral, debería incluirse como requisito fundamental, luego de la identificación, restauración y conservación. En el intento por fomentar que todos los días sean Día de Patrimonio (entendido como “algo” viejo y sin utilidad) se podrían incluir cartelería en los edificio patrimoniales, organizar circuitos sobre las historias de los edificios (identificando los valores estéticos, históricos y culturales), personajes trascendentes que tuvieron relación con determinado edificio, además de permitir que distintos artistas contemporáneos intervengan (por un período de tiempo) en la arquitectura patrimonial. También se podrían aprovechar el espacio público de estos edificios para fomentar actividades culturales (conciertos, exposiciones, desfiles de jóvenes diseñadores, proyecciones de cine, performance), educativas (talleres para todas las edades, seminarios, cursos sobre arquitectos, artistas plásticos, tango y candombe, por ejemplo) y sociales (crear los vehículos necesarios para que las personas de los barrios periféricos puedan participar de las actividades, por ejemplo se podría bajar el precio del transporte público). Con una debida campaña de comunicación interna y externa de las acciones de revalorización, el turismo va a convertirse en una consecuencia natural de ese respeto y reconocimiento del acervo patrimonial de la comunidad. Así, el patrimonio urbano realmente va a formar parte de la identidad de la comunidad, más allá del Día del Patrimonio.

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